jueves, 5 de noviembre de 2009

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martes, 3 de noviembre de 2009

los del sur

la mejor hinchada del pais

los del sur


Ser hincha de Nacional tiene características definidas que solamente el ser verdolaga entiende, comprende, identifica y acepta sin discusiones. Llevar adentro al cuadro nacionalista, para muchos, va más allá del resto de las cosas. Perfil.

Hay varias palabras para definir a aquellas personas que se acercan a un estadio de fútbol a acompañar a sus equipos. Está el simpatizante, el hincha, el aficionado y el fanático. El simpatizante es aquél que de vez en cuando asiste al estadio, pregunta por el equipo los domingos pero no se contenta ni demasiado con el triunfo, ni se pone tan triste con la derrota. Simplemente está interesado en el equipo por tener la información a la mano para tener tema para hablar en su círculo íntimo. El fanático es aquél que no acepta otras posturas sin aceptar que pueden existir otros equipos mejores, ni aunque la razón a leguas, esté de parte de su interlocutor.

El aficionado o el hincha es aquél del verdadero perfil verdolaga. Está siempre con el equipo, en las buenas y en las malas, acompaña al 95 por ciento de los partidos del año y solamente una enfermedad o las vacaciones por fuera de la ciudad, le impiden asistir al estadio una vez al año, tiene recuerdos en el estadio desde que estaba recién desempacado de la cuna, acompañó en varias ocasiones por tierra o aire a su equipo en otras ciudades colombianas y tiene en su corazón tanto la alegría de los triunfos, como las cicatrices de las derrotas. Pero tiene algo en común que lo identifica y a nuestro modo de ver, además, lo califica: es capaz de sentirse perdedor y aplaudir al rival de turno cuando éste demuestra que en la cancha fue superior. Y ese es un gesto de nobleza y de comprensión del juego, que es difícil de notar en las demás aficiones de los otros equipos. Un ejemplo contundente: Ciciliano fue aplaudido en el partido contra Millonarios cuando seguramente en Bogotá nunca van a aplaudir a un jugador vestido de verde y blanco.




El hincha verdolaga es el que piensa que Nacional está primero que el resto, pero acepta ser segundo. Es el que se enfurece cuando ve a su equipo inmiscuido con los de mitad de tabla para abajo porque su grandeza le impide igualarse con equipos chicos. Es aquél que disfruta día a día de las noticias verdolagas. Es el que tiene conocimiento del fútbol internacional y conoce a la perfección el juego. El que tiene paladar de fútbol fino, bien jugado y elaborado y se siente ofendido con los balones de punta y para arriba. Es el que cambia la mejor fiesta del mundo por el mejor programa dominical: ir a ver a Nacional. Es el que se siente orgulloso del promedio de asistencia que genera el equipo. Es el que viste con orgullo la camiseta verdolaga, sin importar si es domingo o lunes. Si hay torneo o vacaciones. Es el que, en definitiva, le entrega grandeza al equipo a partir de su conocimiento, su aliento y su amor por el club, sus vitrinas y sus colores.

Y lo mejor de todo es que sin saberlo, entre todos, afirman una identidad que desconocen. Se ponen de acuerdo en la tribuna sin que haya coordinador general, para saber a quién aplauden, a quien chiflan y a quien le conceden el silencio. Todos saben en qué momento hacer lo que hay que hacer, sin que nadie les diga nada. Y esa catarata de emociones es compartida. Por eso al mejor estilo mosquetero, se armoniza la convivencia en el estadio de parte de la familia verdolaga: todos para uno, y uno para todos.



La barra Los Del Sur, fundada en 1997, cumplió en noviembre de 2007 10 años de alentar al equipo que ellos se encargaron de volver en el más popular del país. Siempre en la tribuna Sur, pero además en todos los estadios del país y hasta del continente, miles de seguidores verdolagas se introducen en el fabuloso mundo del apoyo incondicional a la camiseta verdiblanca. Enronqueciéndose hasta la agonía y cantando como poseídos, ven en los 11 hombres su bandera y en su voz el escudo con los cuales íntimamente sienten el orgullo de observar al Rey de Copas alcanzar metas envidiables por cualquier otro conjunto colombiano.

Ejemplo de las demás barras del país, Los Del Sur no solo cantan hasta el cansancio en los estadios del país sino que además tienen un nivel organizacional envidiable por cualquier otra barra colombiana y se convirtieron en pioneros de proyectos como “Con La Pelota En La Cabeza” con los cuales muestran que aparte de apoyar, tiene metas diferentes para la construcción de sociedad.






Atlético Nacional es tan popular, y sus símbolos han llegado tan lejos, que hasta en Boston existe, y de forma organizada, una barra llamada Sindicato Verde, que acompañó a Nacional en los recientes cotejos en la gira de pretemporada que realiza la plantilla de jugadores verdolagas por Norteamérica.

El pasado domingo fue de gran emotividad para ellos con la visita de la divisa verde a Connecticut para el clásico ante Medellín en territorio estadounidense y allí, las directivas de la barra Sindicato Verde aprovecharon el momento para otorgar un diploma de reconocimiento al presidente Víctor Marulanda, por el título conseguido en el primer semestre de 2007.

Con un letrero que dice: "El SINDICATO VERDE, la primera barra internacional del Club, felicita al Atlético Nacional por la conquista de la novena estrella. Los SINDICALISTAS le rendimos gratitud por despertarnos las más intensas pasiones. Tras las fronteras...eres nuestra fantasía más real". SINDICATO VERDE. Boston, Massachussets. 8 de julio de 2007.

Cabe resaltar que todo comenzó un par de años atrás, cuando los hinchas de Atlético Nacional en Boston, Estados Unidos, se comunicaban con RADIO ATLANTICA 1600 y entregaban sus opiniones al periodista Amado Hernández, corresponsal de la emisora en Medellín. Cuenta Amado, que de 100 oyentes, 90 eran hinchas de Nacional y que cierta vez, en uno de sus informes, que se emiten en directo los sábados, recibió decenas de llamadas, todas eran seguidores nacionalistas y surgió la idea de la barra.


Llevamos 25 años en oriental en el mismo punto ademas muy bien ubicados en toda la mitad de oriental alta con la posibilidad de tener una pancarta muy vistosa como se puede apreciar en casi todas las fotos que toman de los equipos, y en las transmisiones, en el momento de los cambios, tomas generales etc.

Cumplimos casualmente ahora que le escribo mañana 05 de febrero 19 años de estar conformados como barra y oficializados ante el Atletico Nacional ( por esa epoca con Maria Victoria Jimenez comunicadora de la epoca) y ante las asociaciones de barras.





Último arquero en llegar al firmamento verdolaga gracias a su descomunal actuación el día del título número nueve de los verdes en Colombia, cuando se disfrazó de héroe de la mitología nacionalista y sacó dos balones que llevaban sello de gol. Impidió la amargura de la tribuna, mostró clase y categoría en momentos sublimes y se disparó hacia el olimpo verdolaga con la juventud de él y la grandeza de la historia. El arquero más joven de la historia de nuestro fútbol con apenas 18 años pertenece al corazón verdolaga, es ídolo de multitudes y será próximamente candidato a selección y al fútbol internacional. Un grande nacido en la entraña verdolaga.

idolos verdolagas


Máximo goleador de la historia de Atlético Nacional con más de 200 goles en cuanta copa exista, salió de las divisiones menores con destino de leyenda. Ídolo de toda la afición antioqueña, el popular Aristi ha salido campeón con el cuadro verde en 4 oportunidades en 1991, 1994, 2005 y 2007, además de una Merconorte en 2000 que lo erigen como el más campeón de todos los tiempos en Colombia y uno de los que más vueltas ha dado con la institución. Emblema de niños, insignia de grandes, bandera de todos, Aristi se ganó uno de los principales puestos en el corazón de los verdolagas por haber marcado tantos y tantos goles y por eso los hinchas lo elevaron al púlpito de los delanteros verdolagas de todos los tiempos.






titulos locales





Corría el año de 1954 y se desarrollaba apenas el séptimo campeonato de fútbol colombiano. Ya habían sido campeones Santa Fe, Caldas, y Millonarios, este último en 4 oportunidades y llegaba el año verdolaga. De la mano de Humberto “Turrón” Álvarez, el cuadro verdolaga vencía a Independiente Medellín 1-0 en la última fecha y daba la vuelta olímpica frente a su tradicional rival.
El torneo arrancaba de la mejor forma para los dirigidos por el argentino Fernando Paternóster. Las primeras 16 fechas del campeonato, los verdolagas estuvieron invictos, hasta el partido contra Boca Juniors donde se perdió el juego, no el destino. Se trataba de la única derrota del campeón en ese año.

Y con “Turrón” jugaban algunos ídolos inolvidables del firmamento verdolaga como Gabriel Mejía, Ulises Terra, Atilio Miotti (primer extranjero en la historia de Nacional), Hernán Escobar, Nicolás Gianastasio, Ignacio Calle, Domingo Alberto Pepe, Miguel Angel Zazzini, Casimiro Avalos, y el goleador Carlos Gambina quien con 21 tantos llevó a Nacional a la cúspide del torneo patrio por primera vez en la historia. Era también la primera ocasión en que un jugador verdolaga quedaba como cañonero del rentado. De esta forma el Atlético Nacional hacía su bautizo como campeón del fútbol colombiano. Ya todos sabemos que luego vendrían los demás sacramentos del principal equipo colombiano de todos los tiempos.


Luego de una sequía de 19 años que amagaba infinita, Atlético Nacional conquistaba su segundo campeonato bajo las órdenes de César López Fretes. Se trataba de un equipo que priorizó el trato de la pelota y el juego fluido como mecanismos de triunfo. Y desde aquellas épocas el paladar del hincha verdolaga se convirtió en el gusto por el buen fútbol, por el buen trato de la pelota y por la perfecta elaboración de jugadas ataque para ganar y gustarle a la gente.

Era un equipo que ganaba en cualquier cancha. Tenía experiencia en sus jugadores, jerarquía en sus líderes, astucia en sus individualidades y potencia en su columna vertebral. Por donde se mirara a ese equipos, estaba dos escalones más arriba que el resto de sus oponentes y por eso consiguió no solo el título, sino que por primera vez en nuestra historia, lo hizo por fuera de Medellín y en un reducto ingobernable como el Pascual Guerrero de Cali. Tonificaban una linda historia para Nacional: ganar en cualquier latitud, y ante cualquier camiseta.

Y no era para menos. Con solo mencionar los nombres de aquella gesta, el lector de estas letras debería sacarse el sombrero: Gerardo Moncada, Gilberto Salgado, Tito Gómez, Abel Álvarez, Francisco Maturana, Teofilo Campaz, Víctor Campaz, Hugo Horacio Lóndero, Raúl Navarro, Jorge Hugo Fernández y Gustavo Santa. De pie señores.




Manizales se convertía en el epicentro de un nuevo festejo verdolaga gracias a que en el estadio Palogrande los verdolagas derrotaban a Caldas 2-0 (El primero de Jorge Ortíz y el segundo de Eduardo Emilio Vilarete). Tan solo habían pasado 3 años del segundo título y el hincha verdolaga se acostumbraba a festejar seguido. Gracias, especialmente, a la mística que le imprimió al equipo (y al fútbol colombiano) un sabio llegado de argentina para dirigir al campeón: Oswaldo Juan Zubeldía.

“El Troesma” llegó en agosto a Nacional, lo encontró del décimo puesto para atrás, le descubrió las debilidades, le potenció las virtudes y en cuatro meses lo sacó campeón. Un grande en toda la dimensión de la palabra. Como lo necesitaba Atlético Nacional para pulir su historia. Como lo requería la historia verdolaga.




De la mano nuevamente del sabio argentino Oswaldo Juan Zubeldía, Atlético Nacional conquistaba su cuarta estrella colombiana y comenzaba a erigirse en uno de los más grandes clubes del fútbol patrio. Con su sabia conducción, el cuadro verdolaga sepultó a todos sus rivales en el cuadrangular final y ni Junior, ni América ni Tolima pudieron acercársele siquiera en la lucha por el título.

Con jugadores inolvidables como César Cueto, Hernán Darío Herrera y Lorenzo Carrabs, además de Pedro Sarmiento, Héctor Dragonetti, Guillermo La Rosa, Luis Fernando López, Carlos Maya, Víctor Luna y Eduardo Vilarete, más el famoso “Kinder de Zubeldía”, que era el mote con que nombraban a los jóvenes talentos verdolagas que apenas hacían sus primero pinitos en el fútbol colombiano como Norberto Peluffo, Carlos Ricaurte, Gabriel Jaime Gómez y otros más, los verdes llegaban al olimpo del balompié nacional y los miraban a todos desde arriba.

La mejor década de la historia comenzaba con Hernán Darío Gómez posesionado como técnico verdolaga. Y con él como guía de puros colombianos, Nacional alcanzaba su quinta corona, primera vez que solamente jugadores nacionales alcanzaban tal logro en la historia. “Bolillo” le impuso temple y personalidad al equipo y Nacional, que a seis fechas del octogonal estaba eliminado, puso garra y coraje para encasillar 18 fechas históricas que terminaron con la coronación luego de dos cuadrangulares complicados.

Con jugadores de la talla de Andrés Escobar, Giovannis Cassiani, Diego Osorio, León Villa, Luis Fernando Herrera, Omar Franco, Gabriel Jaime Gómez, Ricardo Pérez, Mauricio Serna, Alexis García, Luis Alfonso Fajardo, John Jairo Tréllez, Rubén Darío Hernández, más la exquisita aparición de la dupla más recordada de la historia de Nacional conformada nada ni nada menos que por Faustino Asprilla y Víctor Hugo Aristizábal, los verdes se ceñían una nueva corona al escudo y catapultaban la alegría de le gente que festejó el título sin parar.

Ya Atlético Nacional no tenía la constelación de estrellas de años anteriores. El grupo se había mermado en calidad y en cantidad. Habían salido Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez de su seno hacia la Selección Colombia y las riendas del equipo las había agarrado el jericoano Juan José Peláez. Nacional no despertaba favoritismos de nadie. Interiormente, el equipo sabía a qué jugaba.

Poco a poco se fue conformando una nómina interesante. Y Nacional iniciaba con pie derecho su participación. Campeón del torneo Apertura, del Finalización, del primer cuadrangular y del segundo cuadrangular, hecho que solamente había realizado en una ocasión América de Cali. Los verdes ganaron todo lo que jugaron y se coronaron campeones el 19 de diciembre de 1994 gracias a un gol agónico de Juan Pablo Ángel ante Medellín.

Otra vez un 20 de diciembre, Atlético Nacional se coronaba campeón del fútbol colombiano. Otra vez ante América de Cali, los verdes daban una vuelta olímpica. Por séptima vez en 42 torneos patrios, el cuadro verdolaga terminaba como campeón, esta vez de la mano de Luis Fernando Suárez quien agarraba al equipo en agosto (primero estaba el argentino Reinaldo Merlo quien por su fútbol defensivo no conquistó al aficionado verdolaga) y lo sacaba campeón en diciembre.

Ya no existía la definición de cuadrangular todos contra todos sino que el campeón de junio se enfrentaba al campeón del Finalización. Y el campeón del torneo del segundo semestre fue Nacional, quien en una final apretada ante Independiente Medellín lo derrotó por marcador de 1-0 mediante tanto conseguido por Wílmer Ortegón, apeó a su tradicioonal rival de la final y ante América de Cali a partidos de ida y vuelta logró la séptima coronación de la historia.

El primer partido en Cali concluyó igualado a un gol y el tanto del empate providencial lo conquistó Oswaldo Mackenzie sobre la hora en el partido en el Pascual que tuvo en Miguel Calero al protagonista del partido en una jugada en la que “El Tigre” Castillo lo desbordaba para anotar el segundo tanto y el portero verdolaga lo derribaba fuera del área para ser expulsado. De no haberlo hecho, el tíutulo se quedaba en Cali.


En 2005 Atlético Nacional repetía vuelta olímpica y convertía aa dos de sus jugadores históricos en héroes de leyenda puesto que ambos se convertían en los únicos futbolistas que pasaron por el club y le dejaron 3 títulos colombianos: Mauricio Serna y Víctor Hugo Aristizábal.

Ellos en compañía del argentino Hugo Morales, el venezolano Jorge Rojas, más Aquivaldo Mosquera, Humberto Mendoza, Andrés Saldarriaga, Camilo Zuñiga, Felipe Chará, Héctor Hurtado, Edixon Perea, José Amaya, Jair Rambal, Oscar Echeverry y Carlos Díaz, entre otros, llevaron al éxtasis a la afición más popular de Colombia y posibilitaron un carnaval sin precedentes en el país. Esa noche de junio de 2005 la ciudad enloqueció y el carnaval se presentó en cuanto sitio y esquina existiera en Medellín.


Usted, que todavía anda en celebraciones: ¿recuerda cómo inició esta historia? Pocos creen que fue desde diciembre en los días en que se elegía el equipo. Y la verdad es que fue ahí, aunque ya lo haya eyectado de la memoria. Quintabani se sabía capaz y fue el fogonero de la maquinaria. Y en ese entonces estuvo tan sereno como el domingo del infierno y la consagración. Desde antes había sido el artífice, en compañía del Presidente Víctor Hugo Marulanda Velásquez, del cambio que trascendía los maquillajes ocasionales de un torneo nuevo en disputa. Expuso sus ideas y comenzó a diferenciarse de sus antecesores.

Se hizo amigo de los jugadores. Pero con rasgos de humildad y de colectividad como no permitir que los futbolistas llegaran por separado a los entrenamientos, sino todos juntos en el bus desde la sede administrativa. Sitio en donde todo el personal se encargaba de motivar diariamente a los jugadores, inyectándole a cada uno, ese toque de clima laboral perfecto que se vive por estos meses en la institución. El primer round estaba ganado. Su mensaje fue bien recibido, y pudo aposentarse en el escalón de confiabilidad y respeto que deben tener los guías naturales. Por eso se convirtió en un trasmisor de ideas desde la sugerencia. Convencido y convincente.

Atlético Nacional en el semestre fue un equipo infartante cuando Carmelo explotaba, Aristizábal se enchufaba y Aldo Ramírez tenía juego armónico. Hay un axioma del deporte que es hasta más viejo que el fútbol: cuando se juntan los que saben, se potencian los rendimientos. Y eso sucedió con Nacional 2007. El cuadro que hizo delirar a su afición con la consecución del primer bicampeonato de su historia y de la historia de los torneos cortos en nuestro país.

Luego de casi cabalgar el torneo regular con 38 puntos de 54 posibles, llegaron los cuadrangulares que comenzaron de la peor forma: Aristizábal lesionado el resto de su carrera deportiva y gol para el triunfo de Galván en clara posición adelantada que comenzó a tejer cualquier tipo de historias en contra de Nacional. Las telarañas obviamente las ponían los rivales, especialmente la prensa caleña y bogotana que se resistían a ver otra coronación nacionalista. Pero nunca tuvieron en cuenta que si a Nacional le dieron, también le quitaron. ¿O acaso escucharon a alguien decir que antes del gol de Galván hubo penalti de Vanegas sobre Muñoz? Ninguno. La influencia de la suerte es igual a la de los árbitros: hoy te hace perder, mañana ganar. Lo que pasa con la suerte es que hay que buscarla al frente con criterio y no esperar a que favorezca atrás encerrados. Ahora, cuando se lesionó Aristizábal y los rivales creyeron que Nacional se venía abajo, el cuadro verdolaga dejó su impronta, ratificó su método, recreó su búsqueda y pateó el tablero de aquellos que sospechaban que el gigante iba a ser fisurado por el peso de las circunstancias adversas. Se equivocaron.






Ni el más creyente de los creyentes, con una mano en el corazón, pudo haberse imaginado que tan solo dos años y medios después de tomar la decisión de regresar a Atlético Nacional a la época de los puros criollos, el resultado se iba a observar a nivel internacional y no colombiano. Cuando se le confió el equipo a Francisco Maturana en 1987 por su buena actuación con el Caldas en 1986 en el torneo patrio, y se le permitió tener un equipo de solamente colombianos como Higuita, Herrera, Cortina, Molina, Escobar, Villa, Pérez, García, Fajardo, Tréllez, Castaño, Galeano y otros más, todos pensaban en que el proceso demoraría cinco o seis años, para ¡SER CAMPEONES DE COLOMBIA!

Y luego del subtítulo de 1988 y la posibilidad de participar en la Copa, nadie pensaba en el final feliz que terminó siendo esa versión copera, la número 40 de la historia denominada Copa “Revista El Gráfico” Libertadores de América. Porque para todos los aficionados verdolagas mayores de treinta y pico el hecho se convirtió en la panacea de sus vidas.

Poco a poco iban desfilando por el Atanasio Girardot los rivales. Y poco a poco caían miércoles tras miércoles. Los ecuatorianos Emelec y Deportivo Quito, Millonarios de Colombia, Racing de Avellaneda de Argentina, Danubio de Uruguay y Olimpia de Paraguay, este en Bogotá, vieron como la superioridad de los dirigidos por Francisco Maturana se llevaban para siempre la Copa y hacían delirar a una ciudad que nuevamente llenó dos estadios en menos de 15 horas, el propio y el de los rivales de ese tiempo, para demostrarle al continente que sí había quién ganara finales en Colombia, luego de 4 perdidas con los elencos del Valle.



El campeón de la Libertadores anualmente debe disputar contra el campeón de la Concacaf la Copa Interamericana. Y para 1990 Nacional debió enfrentar en doble compromiso a ida y vuelta a los Pumas de México. En el partido en Medellín, los verdolagas vencieron 2-0 con goles del “Bendito” Fajardo y de Oscar Galeano. Para el partido de regreso, Nacional fue a la cancha de la Universidad Autónoma de México, la casa de los Pumas y lo goleó 4-1 mediante anotaciones de Jaime Arango en dos ocasiones y Rubén Darío Hernández (el otro fue autogol). Nacional extendía sus tentáculos vencedores a tierras lejanas y extrañas, coronaba su segundo título internacional, se hacía respetar la tradición de que casi siempre ganaba esa Copa el equipo suramericano que la disputara e incrementaba en sus vitrinas la categoría de su historia.

Casi los mismos jugadores que un año antes habían sumado el mayor logro del fútbol colombiano, repetían título, además de Ruben Darío Hernández, Omar Franco y Oscar Galeano. Ya no estaban René y Leonel, pero el equipo mantenía su regularidad y su firmeza.





Atlético Nacional en 1995 fue subcampeón de la Copa Libertadores de América de la mano de Juan JoséPeláez. Y para 1996 debía disputarse la Copa Interamericana entre el campeón suramericano (Gremio de Porto Alegre) y el Deportivo Saprissa de Costa Rica. Ante la renuncia de los brasileros por jugar la Copa, Nacional como subcampeón representó el fútbol suramericano en un único juego realizado en la capital tica. Un 3-2 a favor de Nacional sentenció el tercer título internacional para la escuadra colombiana que aún tenía en Alexis García al capitán de las conquistas que nunca defraudó ni en las peores tormentas.

jueves, 29 de octubre de 2009

LOS DEL SUR LA BARRA MAS GRANDE DEL PAIS
La barra Los Del Sur, fundada en 1997, cumplió en noviembre de 2007 10 años de alentar al equipo que ellos se encargaron de volver en el más popular del país. Siempre en la tribuna Sur, pero además en todos los estadios del país y hasta del continente, miles de seguidores verdolagas se introducen en el fabuloso mundo del apoyo incondicional a la camiseta verdiblanca. Enronqueciéndose hasta la agonía y cantando como poseídos, ven en los 11 hombres su bandera y en su voz el escudo con los cuales íntimamente sienten el orgullo de observar al Rey de Copas alcanzar metas envidiables por cualquier otro conjunto colombiano.
Ejemplo de las demás barras del país, Los Del Sur no solo cantan hasta el cansancio en los estadios del país sino que además tienen un nivel organizacional envidiable por cualquier otra barra colombiana y se convirtieron en pioneros de proyectos como “Con La Pelota En La Cabeza” con los cuales muestran que aparte de apoyar, tiene metas diferentes para la construcción de sociedad.